martes, 12 de junio de 2007

CINCO LITROS DE SANGRE Y UN EXTRAORDINARIO CORAZÓN

“Cinco litros de sangre” es, para el Dr. Abarca Campal, lo más valioso del ser humano, lo más vulnerable e imprescindible para la vida, aunque olvide en el título de su libro autobiográfico presentado ayer en multitud de afectos y agradecimientos, con la modestia que le caracteriza, que también es necesario un extraordinario corazón, corazón entregado junto a todos sus esfuerzos, patrimonio y vida, para que el Grupo de Hospitales Madrid sea el compromiso de los buenos servicios sanitarios o, como le gusta decir, “el compromiso de los resultados médicos”.


Hace tiempo tuve el privilegio de que el Dr. Abarca Campal me enseñara personalmente y en solitario su última realidad asistencial: el Hospital de Madrid-Norte San Chinarro y el Centro integral de Oncología Clara Campal integrado en el hospital general, complejo que constituirá en breve uno de los mejores centros oncológicos europeos, explicándome su nuevo enfoque del diagnóstico y tratamiento oncológico, basado en el concepto de cancer center, y sus acuerdos con la universidad y centros internacionales.

Mientras me explicaba apasionadamente sus previsiones en dotaciones técnicas y humanas para atender lo más avanzado en materia de Medicina Nuclear y Radioterapia, mientras me hacía partícipe de su filosofía del equipo multidisciplinar capaz de soportar todas las necesidades que genera el cáncer, su idea de un centro integral en el que los profesionales se dediquen al proyecto en exclusiva y el paciente perciba que no tiene que investigar, en sus propias palabras, por su cuenta otras opciones u otros países porque se le está ofreciendo lo mejor, confieso que observándole subir las escaleras en obras, percibí su valor de vivir, su extraordinario corazón proclamando y defendiendo la vida, desde su gran obra, manteniéndola como un bien que hay que cuidar entre todos, más allá del amor a sí mismo, como quien cuida, con un temblor de ternura e incertidumbre, la fragilidad de un niño o de un jardín, al margen de otros intereses y/o resultados económicos.

Y todo ello sin olvidar el apoyo humanitario y social que debe ser prestado o promovido desde el propio centro, y que tanto cuida, desde el principio de la nueva forma de entender la relación médico-paciente en la que el principio ya no es sólo que la salud del enfermo es la suprema ley, sino que se articula sobre su voluntad, que queda en libertad para tomar en cada caso la decisión que crea más conveniente, una vez informado de la naturaleza, de los objetivos, de las consecuencias, de los riesgos y también de sus resultados hechos públicos que comportan la aplicación de determinados tratamientos médicos .

Se ha dicho que la existencia misma del hombre se ha medicalizado en sus propios y fundamentales conceptos: nacimiento, muerte y vida. Con la voluntad de éste, primero médico y después empresario de la salud, de procurarla con afecto, ayuda al enfermo y respeto a su libertad se recupera el concepto de Rudolf Virchow según el que la Medicina es una actividad social hasta la médula de los huesos.

Publicado en Redacción Médica el Martes 12 de Junio de 2007.Número 578.AÑO III

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