jueves, 11 de mayo de 2006

NUEVAMENTE A DEBATE LA EUTANASIA

Mientras en el Colegio de Médicos de Valladolid, en el marco de las V Jornadas de las Comisiones de Etica y Deontología de los Colegios de Médicos de España, se debatía una interesante mesa dirigida por la Dra. Margarita De Miguel sobre la Sedacion Terminal, ese mismo día saltaba la noticia en esa misma ciudad de la muerte del pentapléjico Jorge León, poniendo de inmediato de actualidad el debate sobre la eutanasia.
Es
un hecho constatable que el progresivo aumento del envejecimiento en el último siglo debido, en gran parte, a los avances de la Ciencia Médica, ha provocado un aumento de la esperanza de vida de la población. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el 60 por ciento de los fallecimientos que se produzcan en el año 2025 afectarán a personas mayores de 65 años, y de estos el 40% serán personas mayores de 75 años.


De este modo, el envejecimiento de la población es uno de los factores que han de tenerse en cuenta en la planificación de las políticas sanitarias, al ser, cada vez mayor, el número de ancianos que demandan la prestación de la asistencia sanitaria, hecho este que condiciona la necesidad de una prestación que incluya, desde la prevención de la incapacidad hasta la asistencia al final de la vida.

Magistralmente expuesto por los Doctores Jacinto Batiz y Francisco Vara desde las profesiones sanitarias, la sedación se convierte en una de las medidas terapéuticas empleadas en la asistencia a los pacientes que se hallan en situación de enfermedad terminal, legalmente permitida y éticamente aceptada siempre y cuando se sitúe dentro del ámbito de la buena praxis médica.

La sedación debe prestarse en un marco clínico adecuado (en el que se garantice la correcta indicación de la sedación y el seguimiento de los procedimientos establecidos al efecto), así como un riguroso marco jurídico y ético de aplicación.

Y digo que se precisa la exigencia de un riguroso respeto al marco jurídico y ético de aplicación porque, precisamente, la vulnerabilidad del paciente anciano en las últimas etapas de la vida suele ser consecuencia de una mayor presencia de situaciones de incapacidad, de una mayor manifestación de alteraciones mentales y afectivas y de una mayor frecuencia de imposibilidad de regirse por sí mismos, extremos éstos que implican una serie de consideraciones específicas que condicionan la corrección y adecuación a Derecho del proceso de sedación.

Es, pues, en el marco que se viene describiendo, donde se ha planteado cuál es el alcance de las decisiones de la persona sobre el final de su vida y cuál es la misión de los profesionales sanitarios en este punto, levantándose algunas voces que solicitan una legislación permisiva para la actuación médica encaminada a finalizar la vida del enfermo que así lo solicite, cuando concurren determinadas circunstancias de intenso sufrimiento y deterioro de la calidad de vida.

En este debate sobre la regulación de la eutanasia, que se efectúa una vez mas al margen de los profesionales sanitarios, pero pensando en ellos como “agentes”, se olvida la extremadamente delicada cuestión, que presenta un agudo dilema moral generador deenfrentamiento entre los dos principios fundamentales del derecho a la vida y el derecho a morir dignamente, que es la traducción del derecho a disponer de la propia vida, basado asimismo en la libertad como valor absoluto, lo que exige suma cautela y desde luego la opinión de los profesionales de la salud.


Publicado en Redacción Médica el Jueves 11 de Mayo de 2006. Número 335.AÑO II

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